Por Sergio Mejía Cano
El 7 de noviembre se celebra el día del ferrocarrilero debido a la gesta heroica de Jesús García Corona, de quien se dice, según la historia oficial, en un día como este, pero de 1907 evitó una tragedia en el pueblo de Nacozari, al norte del estado de Sonora, al haber sacado a las afueras de esta población un carro de dinamita incendiado y que iba pegado a la máquina que transportaba el material para una de las minas ahí existentes.
Así que cada año en esta fecha, el gremio ferroviario festejaba su día con competencias deportivas y convivios, así como bailes en donde la gran familia ferrocarrilera se daba cita para divertirse en gran manera. Sin embargo, todo esto se fue diluyendo poco a poco a partir del año de 1998, cuando tomaron posesión las empresas concesionarias de la Iniciativa Privada (IP).
Aquí en Tepic hasta hace dos años se hacía el festejo en las instalaciones del Club Deportivo Ferrocarrilero, frente a la estación del ferrocarril, al oriente de la ciudad; pero algo pasó que ya nadie se encargó o se quiso hacer cargo de organizar la celebración, aunque en otras ciudades por las que se extienden las vías férreas se sigue festejando este día en los edificios sindicales o en algún otro lugar, aunque ya no con el mismo lucimiento de antes, pues se dice entre los mismos trabajadores ferroviarios que cada día son menos los asistentes y como que ya no es lo mismo de antes; incluso hay quienes afirman que esto se debe a que muchos de los trabajadores activos de hoy en día no sienten la euforia ferroviaria porque no son ferrocarrileros de estirpe, de cepa, sino que es gente que ha entrado de la calle desplazando en su derecho a los hijos de los trabajadores a los que antes se les daba preferencia, supuestamente porque algo se torció demás en el sindicato ferrocarrilero y ese derecho de preferencia que se les daba a los hijos de trabajadores ferrocarrileros, especialmente a los de los fallecidos, se perdió quizás para siempre.
Y precisamente por esta actitud déspota de quienes administran el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), fue que comenzó la disidencia en contra de quien encabeza a dicho sindicato ferrocarrilero: Víctor Félix Flores Morales, quien cuenta con infinidad de demandas tanto laborales como penales y civiles por posibles malos manejos del dinero que entra a las arcas sindicales; pero que extrañamente dichas demandas han dormido el sueño de los justos sin explicación alguna. Y esta disidencia está cobrando cada día más fuerza debido al maltrato que ha recibido infinidad de trabajadores activos al no ser defendidos en contra de los abusos patronales de estas empresas de la IP. Por lo que ya se ha conformado un sindicato independiente encabezado por un ferrocarrilero del estado de Chihuahua, de nombre Benito Bueno Rentería, a quien recientemente le acaban de dar su toma de nota por medio de la Secretaría del Trabajo.
Obviamente que hay trabajadores activos que defienden a “su líder” Flores Morales, pero tal vez por desconocer la gran traición que le hizo a la clase trabajadora al estar de acuerdo en la concesión y a la vez la desaparición del Contrato Colectivo de Trabajo de Ferrocarriles Nacionales de México y de las Divisiones de Sonora y Sinaloa, que por cierto, hay abogados laborales que afirman que quedó vivo el Contrato Colectivo de estas Divisiones que conformaban la otrora orgullosa Ruta de la Costa Occidental, el Ferrocarril del Pacífico, S.A. de C.V. (FCP), pues el que se finiquitó fue nada más el de Nacionales de México, quedando intacto el del FCP, que fue precisamente el Contrato que prevaleció al momento en que se fusionaron en una sola todas las líneas férreas que había en el país al darse en forma anticipada la cancelación de las concesiones debido a un decreto presidencial de Miguel de la Madrid Hurtado en 1987, para aglutinar en una sola línea –Nacionales de México- todas las demás; porque de acuerdo a la Ley Federal del Trabajo, al momento de la fusión de dos o más empresas, el Contrato Colectivo de Trabajo que rige y prevalece en lo sucesivo, es el que más prestaciones y seguridad preste a la postre de la fusión, y en este caso fue el del FCP el que quedó en vigor y por ende intacto al momento de la nueva concesión a la IP en 1997. Y tanto las nuevas empresas concesionarias como el STFRM no tomaron esto en cuenta, de ahí que las demandas laborales sigan vigentes y con la posibilidad de ser ganadas siempre y cuando sean atendidas.
Sea pues. Vale.