Por Joel Salas Suárez**
La seguridad nacional también considera la disponibilidad de recursos para el sustento de toda la población. Los recursos pesqueros deben ser tomados en cuenta, son fuente de alimento y de trabajo e ingresos para millones de personas en todo el mundo. México tiene características geográficas privilegiadas. Está entre los 15 países con líneas costeras más extensas hacia dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, así como acceso a cuerpos de agua interiores. Esto implica más beneficios que solo aquellos que se concentran en el sector turístico. México tiene amplio espacio para la pesca en ríos, lagos y mares donde puede decidir qué extraer, cuánto y con quién establece acuerdos para permitir la pesca.
Ante lo anterior cabe plantearse: ¿Qué pescamos? ¿En qué cantidades? ¿Pescamos responsablemente? ¿Estamos desviando pescado y sus derivados de las comunidades locales? La duda no es menor, el sector pesquero debe atender dos preocupaciones a la vez; por un lado, debe ser una industria que aporte a la economía y ayude a la seguridad alimentaria de la población; por el otro, debe ser sustentable, debemos cuidar a nuestros peces y no sobreexplotarlos al grado de ponerlos en peligro de extinción. ¿Qué estamos haciendo?
Para responder a estas preguntas se necesita información. Por ejemplo, la Carta Nacional Pesquera establece las directrices del dónde, cuándo y qué se permite pescar. Se debe planificar al respecto para no alterar el equilibrio ecológico al mismo tiempo que se aprovecha. La Ley General de Pesca y Acuacultura establece que dicho documento sea publicado de forma anual; sin embargo, desde el 2000 solo se ha publicado seis veces, la más reciente en 2017. Sin información actualizada desconocemos qué especies se sobreexplotan, como el pulpo y el tiburón, pues faltan cifras actualizadas sobre su población. La información también permite identificar soluciones para impulsar la productividad del sector. Actualmente, el trabajo de la mujer en el sector es invisible y los pescadores artesanales, en pequeña escala o ribereños tienen un nivel de productividad mucho menor al de los que se dedican a la pesca industrial, de altura o altamar.
Realmente, los ciudadanos conocen poco sobre el sector, lo cual limita su capacidad para exigir cuentas a las autoridades. Afortunadamente, la sociedad civil organizada ha procurado difundir algunos datos por medio del derecho de acceso a la información. Gracias a esto generan plataformas con datos abiertos. Causa Natura creó pescandodatos.org sobre subsidios dirigidos a la pesca y refugios pesqueros. Por su parte, Oceana México agregó los permisos de embarcaciones pesqueras mexicanas a la plataforma internacional globalfishingwatch.org. Esta organización también propuso que México se una a los esfuerzos internacionales para fomentar la transparencia en el sector, en específico, a la Iniciativa en Transparencia Pesquera (FiTI, por sus siglas en inglés). Se trata de una iniciativa mundial que fomenta la transparencia del sector, ya que contribuye a una explotación responsable. FiTI propone que los gobiernos no son los únicos responsables de cuidar los recursos pesqueros, por eso llama a incluir empresas y sociedad civil para identificar qué información hace falta y los requisitos mínimos que debe reunir para ser creíble, accesible y oportuna.
Estas iniciativas coinciden en algo: se necesita saber quién, en dónde y qué se pesca para tener mejor control de los cuerpos de agua marítimos e interiores, y así aprovechar de forma óptima los recursos naturales que éste ofrece. Hoy, frente a la crisis climática y la amenaza de inseguridad alimentaria, es crucial proveer de toda la información disponible para que, con base en evidencia, la población exija a las autoridades que actúen hasta acercarse a una pesca productiva, rentable y sustentable. También son espacio de una industria que genera ingresos y alimentos. La información puede ayudarnos a alcanzar este objetivo.
**Joel Salas Suárez
Comisionado del INAI
Twitter: @joelsas