Por Sergio Mejía Cano
Queda claro que a la mayoría de los gobernantes les pasa como al cohetero, pues si prende les chiflan y si se ceba, pues también. Ahora que se han puesto listas al servicio algunas de las calles que se han remodelado en el Centro Histórico (CH) de Tepic no han faltado voces que disienten y desde luego otras que felicitan los trabajos realizados.
Obviamente que hay voces que hacen recordar la fábula aquella del ratón que muy alarmado corre a comunicarles a los demás animales habitantes de la granja que el amo ha comprado una ratonera, a lo que los habitantes que no les afecta en lo absoluto el hecho de dicha compra de una ratonera, le dicen al ratón que lo sienten, pero que como eso no tienen nada que ver con ellos, no pueden opinar al respecto.
Y esto sale a colación, porque cuando se comenzó a interrumpir el tránsito vehicular en el CH debido a los trabajos que iniciarían la remodelación de dichas calles, varias personas no se dieron por aludidas porque supuestamente estos trabajos no les afectaban en lo absoluto ya que no manejaban automóviles y otros que ni siguiera transitaban por esas calles.
Sin embargo, no nada más han sido las interrupciones del tránsito vehicular por las obras de remodelación de las calles, sino que los plantones y marchas que bloquean calles y avenidas son las que polarizan el punto de vista de los tepiqueños porque hay personas que no les interesa en lo más mínimo que se concentre determinada cantidad de gente enfrente del Palacio de Gobierno diciendo que en realidad no les afecta en nada que haya protestas por las diversas inconformidades; pero también hay otras voces que difieren de esto no nada más por la interrupción del libre tránsito de personas y vehículos, sino porque surge la pregunta del porqué se tienen que dar este tipo de situaciones, ya que si por ejemplo en el caso de los profesores que dejan de percibir sus sagrados salarios, se entiende que es una situación que no debe de darse porque se supone que el recurso para cubrir los salarios del magisterio ya están etiquetados y destinados, así que no es comprensible el que se les retengan dichos salarios así se ponga de pretexto que no han llegado los recursos para cubrir los sueldos de los profesores en todas sus especialidades e incluso en sus maestrías, porque en todos los sentidos que se le pudiera poner, es anticonstitucional y fuera de la ley retener salarios devengados.
Así que no se entiende el porqué hacen falta recurso para pagar salarios que por ningún motivo deben de detenerse; sin embargo, bien podría haber una justificación: que la actual administración esté viendo como un modo empresarial el pagar los sueldos no nada más del magisterio, sino también del Sector Salud, en el entendido de que no es lo mismo administrar una empresa o negocio que un país o un estado.
Ya se dio el caso de Vicente Fox Quesada que dijo siendo candidato que a él no se le dificultaría administrar un país debido a su experiencia de ser administrador de una empresa embotelladora; pero quedó de manifiesto que no es lo mismo administrar una empresa que un país y por ende el país se hundió aún más y más; por lo que quedó de manifiesto que el querer comparar un negocio con un país o estado no es lo mismo debido a que los recursos que se manejan no se les puede dar el mismo modus operandi, tal y como se ha dicho por parte de personas conocedoras del tema administrativo ahora con el problema que atañe a las becas universales que se han retrasado sin motivo aparente, así como el problema que motivó al magisterio a manifestarse de tal manera y más cuando se corrió el rumor de que se les pagaría en abonos lo que se les adeuda; hecho que hizo pensar a más de un ciudadano que posiblemente se haya jineteado el dinero ya destinado, y se entiende que ya etiquetado y aparentemente dirigido para quien correspondía cubrir sus sueldos, por lo que se dio a entender entre gran parte de los afectados que el administrador de los recursos ya destinados los había tomado como dinero de esta administración y que no se los podían dar así como así; es decir, tal y como si el administrador considerara como suyo ese dinero del erario y por avaricia, por convicción o por algún otro motivo no quiso soltar ese dinero ya destinado tal vez creyendo que se desfalcarían sus arcas particulares, porque la tacañería hace pensar a quien la padece que todo el dinero, aunque no sea de su pertenencia le pertenece en cierta forma y no tiene por qué soltarlo así como así.
Sea pues. Vale.