Por Sergio Mejía Cano
Basta andar por las calles del centro de la ciudad, así como en zonas aledañas y colonias de la periferia, para mirar cómo crecen cada día más las telarañas de cables que cruzan de acera a acera, de casas y todo tipo de inmuebles a los postes y viceversa; cables que hoy en día no son nada más para abastecer de electricidad y telefonía a los domicilios, sino que ahora a esas telarañas se han unido las de compañías de televisión.
Lejos quedaron los días de aquella labor que llevó a cabo en su corto tiempo como presidente municipal el bien recordado don Justino Ávila Arce, cuando durante su gestión en varias calles del Centro Histórico se hicieron trabajos de cableado subterráneo, y los resultados saltan a la vista, pues la diferencia es muy obvia entre las calles que fueron remodeladas con este sistema subterráneo, porque de una calle a otra salta de inmediato un sistema y otro.
Lo malo de las compañías que ofrecen televisión por cable es que, cuando algún suscriptor o varios dejan a esa compañía o cambian a otra, los cables en desuso ahí quedan colgando sin que la compañía que los habían instalado haga caso de quitarlos, pues muchas de las veces estos cables caen al piso o quedan colgando en calles y banquetas interrumpiendo a veces el paso de vehículos y peatones, respectivamente. Lo peor de esto es que existe la posibilidad de que por la noche, algún motociclista despistado o que no conozca bien el rumbo de su trayecto, se enrede en dichos cables y se pueda ahorcar o hasta descabezar.
En su momento, el entonces presidente municipal de Tepic, don Justino Ávila Arce fue muy criticado y atacado mediáticamente y más, por las protestas de los comerciantes que se sintieron afectados por la necesidad de interrumpir el tránsito vehicular y en ocasiones peatonal por las calles por donde se estaba introduciendo el cableado; obviamente que con justa razón protestaban y se quejaban los comerciantes del rumbo, pues con la interrupción del paso de gente, de inmediato sufrieron pérdidas económicas. Lo malo es que cuando alguien se siente afectado por alguna situación, se olvida de la conocida frase aquella de “sacrificio es beneficio”; y los resultados ahí están a la vista: calles limpias de telarañas de cables de todo tipo y uso.
Lo curioso del caso es que al paso de los años y ver y comprobar fehacientemente el beneficio del cableado subterráneo, ninguna otra administración municipal se ha ocupado y tal vez tampoco preocupado por continuar este tipo de trabajo tanto por bien estético como contra la contaminación visual y posibles daños personales.
Desde luego que no es por romanticismo el mirar tantos cables que literalmente opacan los rayos del Sol, sino que es extraño que no se le ponga la atención requerida a tanto cable que en sí, muchos de ellos ya no tienen alguna utilidad de uso, sino que tal vez por no cargar con ellos cuando alguien ya no recibe el servicio de televisión y telefonía por cable, a las compañías correspondientes se les hace más fácil dejarlos colgando que recogerlos y darles un destino más apropiado.
Ojalá y no se le ponga atención a este asunto hasta que ya sea demasiado tarde y alguien se haya ahorcado en alguno de los tantos cables que penden de postes e inmuebles. Ya que en otras ciudades como en Guadalajara, en el vecino estado de Jalisco, ya han ocurrido accidentes fatales ocasionados con este tipo de cables, muchos de los cuales y para acabarla de amolar, las mismas compañías que alguna vez instalaron esos cables, después dicen que no son de esas compañías pasando la bolita entre una y otra compañía mientras algún motociclista ya se ahorcó o al enredarse en esos cables abandonados derrapó su vehículo y cayó al piso lesionándose severamente.
Aparte de la estética para la ciudad, sería la mejor opción que todo el cableado de la ciudad fuera subterráneo, pues aparte de la estética y lucimiento de la ciudad, se evitarían más los posibles cortos de electricidad o de transformadores que, muchas de las veces el daño de estos aparatos genera apagones durante mucho tiempo y en amplias zonas de la ciudad.
Y desde luego, muchos de los postes en la capital nayarita son de madera que presentan en su estructura el paso de los años dando a entender de que en cualquier momento pueden quebrarse y caer jalando el cablerío que pende de estos postes.
Tal vez sea un sueño guajiro; pero ¿cómo se vería por lo menos y por lo pronto todo el centro de la ciudad y, paulatinamente, toda la ciudad con el cableado subterráneo?