“Bajo la cruz justifican genocidio
y con la cruz golpean
hasta el homicidio”.
Kase-O
Por Pedro Gonzáles Castro y
Rutilo Tomas Rea Becerra
¡Palestina libre!
Dicen, los que saben o creen en ello, que el nacimiento de Jesús tuvo lugar en la ciudad de Belén, en la región conocida como Judea por los romanos y Palestina por los asirios, en tiempos del rey Herodes. Y de su muerte, Marcos escribió que sucedió para que no hubiera más excluidos, Mateo argumenta que fue para eliminar la impureza de las intenciones torcidas de los creyentes; Lucas dice que para que lo que enseñamos sea lo que vivimos y Juan, para que el mundo tenga una vida mejor.
A muchos años de distancia, la situación que, en su momento “argumentaron” los apóstoles, no ha cambiado y, por el contrario, se ha recrudecido hasta convertirse en el conflicto entre Israel y Palestina, mismo que se remonta a principios del siglo pasado, cuando el gobierno británico, a través de la Declaración de Balfour, manifestó públicamente su apoyo hacia el establecimiento de un “hogar” para el pueblo judío en la región de Palestina.
En el video “Breve Historia Animada de la Cuestión de Palestina” (United Nations Palestinian Rights Committee, 11 sept 2023), encontramos que entre 1922 y 1947, sucedió la primera ola migratoria a gran escala de judíos en territorio palestino debido a la persecución nazi. Para agravar el problema de los palestinos, las Naciones Unidas propusieron la división de Palestina en dos Estados independientes, uno árabe palestino y otro judío.
Lejos de resolverse el problema, después de que uno de los dos Estados previstos proclamó su independencia en 1948 con el nombre de Israel, sucede una nueva ocupación (el 77 % del territorio que había tenido Palestina) siendo expulsada más de la mitad de la población árabe palestina fue expulsada y, para 1967, Israel ocupó la Franja de Gaza y la Ribera Occidental, incluida Jerusalén Oriental, provocando el éxodo, de aproximadamente medio millón de palestinos.
Datos más, datos menos, lo cierto es que la masacre que ha vivido el pueblo palestino a manos de Israel, supera con creces lo que en su momento hizo el fascismo con el pueblo judío. El 13 de marzo, Philippe Lazzarini, comisionado general de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) aseguró que al menos 12 300 jóvenes han muerto en el enclave en los últimos cuatro meses, frente a los 12 193 en todo el mundo entre 2019 y 2022. Y menciona algo que nos conmueve hasta las entrañas: «Esta guerra es una guerra contra los niños. Es una guerra contra su infancia y su futuro».
Lamentablemente, para muchos, esto son solo datos. Una deshumanizada interpretación estadística de la realidad que, lamentablemente, pronto se olvidará pues los “medios de información”, que producen y ofertan miles de noticias por segundo hasta llenar el cántaro cerebral de millones de seres heterogéneos e indiferentes, se encargarán de “suavizarlos”, como queriendo no ofender a quienes, distanciados por kilómetros del conflicto, solo se entretienen con la transmisión de lo que se vive en la Franja de Gaza.
Para aquellos que viven de la industria armamentista y sus dividendos político-económicos, poco o nada les importa la suerte de quienes no tienen a dónde más acudir; de quienes han sido desplazados; de los que han sido asesinados; de aquellos que han sido víctimas de las bombas y proyectiles lanzados con “saludos” desde Israel; de aquellos que “se defienden” del terrorismo de los grupos religiosos y fanáticos que atacaron y violentaron su morada y su paz.
Definitivamente, no les importa que la respuesta se exceda, toman como prenda la vida de personas inocentes, sobre todo infantes. Lo importante para ellos es dejar constancia que contra el lugar sagrado de Israel nadie se mete; nadie entra, solo las armas con las que destruyen las vidas de miles de palestinos.
Ante la masacre hacia el pueblo palestino, muchos no somos indiferentes. Más y más jóvenes, en el corazón mismo del “solidario” país de las barras y las estrellas, se han sumado a las protestas convirtiendo los espacios públicos en laboratorios del conocimiento universal. Los estudiantes se han sumado bajo un grito único: ¡basta al genocidio israelí! Estos jóvenes, estas masas humanas, son la viva encarnación del nuevo sujeto capaz de actuar de forma autónoma y creativa. Son conscientes de que existe el otro, aunque esté a la distancia, y de que la realidad va más allá del inmediatismo.
Hoy, ese sector histórico que se creía olvidado, ese sector que se cultiva y se convierte en profesionales de la actividad productiva, que se forman como los científicos del mañana, retoman las banderas de la paz, el humanismo y en contra de un genocidio injustificable, cobarde y atroz. El apoyo en armamento que destina Estados Unidos a Israel ha encontrado un muro de resistencia entre los estudiantes de varias universidades de la unión americana.
Inicialmente, las protestas no pasaban de una manifestación temporal. Sin embargo, la represión y encarcelamiento de estudiantes y maestros fomentó una protesta más permanente: los famosos campamentos estudiantiles en universidades como la de Columbia, Yale y hasta en la prestigiada Universidad de Harvard. ¡Todo un fenómeno nada minúsculo! Ya que, ante el apoyo económico-financiero de Israel hacia las universidades privadas de los Estados Unidos, representa un duro golpe contra su poder mediático ligado al discurso antisemita, racista y pro-armamentista de los judíos.
Indudablemente, los vientos son propicios y las protestas comienzan a expandirse a varios países europeos y latinoamericanos, en un canto unísono de sirenas y caballitos de mar, tierra y aire; en defensa de una nación sin territorio, pero ahora sin agua, luz, drenaje, sin hospitales ni escuelas que han sido destruidas por las bombas de poder y odio de un país que ha pasado de ser una sociedad avasallada por el nazismo, a un país avasallador y destructor del pueblo palestino.
Dicen que cuando los cambios y transformaciones inician en el seno mismo de donde se gestan las contradicciones, no hay marcha atrás. Hoy, en el corazón mismo del imperio, se ponen de manifiesto las protestas, luchas y contradicciones enarboladas por el sector estudiantil; esos grupos de jóvenes a veces incomprendidos, a veces débiles, pero siempre tan revolucionarios como el hecho de ser jóvenes estudiantes.
La tierra se está cimbrando desde las entrañas y las rocas se están partiendo. ¡Está por nacer la libertad de Palestina!