ENTRE EL ANDAMIAJE POLÍTICO Y LA INFRAESTRUCTURA SOCIAL

“Quienes no se mueven,
no notan sus
cadenas”
Rosa Luxemburgo
Por: Dr. Pedro Gonzáles Castro
y Dr. Rutilo Tomás Rea Becerra
A nivel mundial, el reciente 8M se apodero de las calles. Nuevamente el movimiento feminista se hizo escuchar a unísono en contra de los feminicidios, la violencia de género y la desaparición de mujeres, demandas sin resolver que durante décadas han acaparando el imaginario social atrayendo el apoyo de diversos sectores de la sociedad. Como en toda lucha, en un intento por dejar huella en la memoria colectiva, el formato de la manifestación fue diverso: desde gritar consignas, hasta pintar demandas en los espacios públicos.
A cada paso que avanza el movimiento feminista se encuentra mas fortalecido y, obvio, como en toda deuda hay que cobrar las facturas, es lógico que muchos de los deudores opongan toda la resistencia posible. Desde partidos políticos, oficinas gubernamentales, centros escolares, espacios abiertos, hogares, transporte público, publicidad, televisión, etc., el acoso sexual y el hostigamiento, como formas de violencia de género, han estado presentes. Y, desafortunadamente, no es privativo de un país en particular, es un creciente problema de salud publica; es una pandemia social.
No son nuevas las denuncias que recién hacen alumnas, maestras y administrativas de diferentes centros escolares, las obreras o aquellas que realizan actividad de limpieza, la diferencia es las formas en que se han organizado ante la constante negativa de las instituciones a dar respuesta ante sus demandas.
La agenda de este movimiento social ha ido incorporando programas de formación que incluyen la comprensión del mundo y de la realidad que les oprime y explota, el debate de ideas, así como estrategias de organización adaptadas a cada momento coyuntural. El día 9M demostró que la participación de la mujer en los sectores productivos tiene un impacto económico importante, generó pérdidas cerca de 30 mil millones de pesos, según datos de la Cámara Nacional de Comercio.
La capacidad de convocatoria del movimiento feminista ha dejado patente que tiene la capacidad suficiente para generar, en un momento dado, una crisis de grandes dimensiones en el seno del sistema neoliberal y, por ello, es imprescindible para abonar en la construcción de nuevos paradigmas que establezcan alianzas y estrategias concretas, mismas que deriven en cambios estructurales, soportadas por un amplio trabajo comunitario; una sólida infraestructura social.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Ante la cercanía de tiempos electorales, mientras algunos grupos oportunistas han creado su andamiaje buscando politizar y capitalizar el 9M, algunos otros, buscando curarse en salud, han patentizado su mimetismo político.
Partidos políticos, universidades, empresas y asociaciones civiles aprovecharon el movimiento para declarar, con sus asegunes, su adhesión al movimiento. Construyeron discursos provisionales a fin de crear simpatías de terceros. Pero, a medida que las denuncias comenzaron a aparecer, muchos de estos oportunistas encontraron el pretexto ideal para postergar cualquier compromiso; una pandemia entra a la escena.
El Covid-19, es una enfermedad respiratoria como la influenza con diversos síntomas que, en casos graves, puede producir una neumonía. Tanto el virus como la enfermedad eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan, en diciembre de 2019. Su propagación es por contacto de persona a persona, específicamente a través de gotículas respiratorias expelidas por alguien al toser.
Dado el impacto que tiene esta enfermedad tanto a nivel social como económico, la OMS ha instado a todos los países a que adopten un enfoque basado en la participación de todo el gobierno y de toda la sociedad, en torno a una estrategia integral dirigida a prevenir las infecciones, salvar vidas y reducir al mínimo sus efectos.
Históricamente, en situaciones de salud, las medidas deben ser extremas, por lo que las autoridades han emitido recomendaciones muy puntales, entre ellas el asistir a lugares concurridos. Muchas dependencias dejaran de prestar servicios y, desde luego, consecuentemente muchos trámites y demandas deberán esperar el momento oportuno para retomarlas.
Sin embargo, consideramos que éste momento coyuntural, lejos de postergar la actividad política, se presenta como un espacio viable para la construcción de la infraestructura social a través del compromiso, la solidaridad y el trabajo comunitario. De igual manera, no debemos dejar de lado el análisis estrategias que permitan contrarrestar los andamiajes oportunistas.
Indudablemente, a nivel internacional la lucha por el poder habrá de continuar por lo que deberemos estar al pendiente de las posibles reconfiguraciones políticas y económicas, pero ese será un tema para próximo abordaje.
Sin duda, las mujeres tienen razones más que suficientes para luchar, gritar, demandar, exigir, organizarse a sus modos.
La lucha va más allá de ellas, porque en esta lucha va la dignidad de mujeres y hombres.
El enemigo a vencer es un sistema que todo lo vende y todo lo compra, hasta la dignidad de las personas. Es contra los conservadores, y contra la mala costumbre de la derecha y el neoliberalismo por apropiarse de todo!
Leonardo Ortega
Gracias por leernos y por tu enriquecedora aportación. Saludos