diciembre 6, 2025

Del laboratorio al proletariado: Hacia una neurociencia para la emancipación social

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NEUROCIENCIAS

Ensayo que propone una neurociencia para la emancipación social desde el materialismo dialéctico e histórico

“La existencia del capitalismo sin opresión nacional

es tan inconcebible como la existencia del socialismo

sin la emancipación de las naciones oprimidas,

sin la libertad nacional”.

Stalin

Por Pedro Gonzales Castro y
Rutilo Tomás Rea Becerra

Las neurociencias en la encrucijada histórica

Las neurociencias, con su capacidad para desentrañar los secretos del cerebro, se encuentran en una encrucijada. ¿Servirán como una herramienta para la adaptación individual a las exigencias de un sistema desigual, o se transformarán en una fuerza para la emancipación social? Este ensayo propone un proyecto para una neurociencia al servicio de la emancipación social, arraigada en el materialismo dialéctico e histórico. Se argumentará que el conocimiento del cerebro debe reorientarse desde la mera optimización individual hacia la potenciación de la agencia colectiva y la transformación de las condiciones materiales, buscando un diálogo entre la comprensión neurológica y la necesidad de una sociedad más justa y humana.

Cerebro, conciencia y materialismo histórico

El materialismo dialéctico e histórico nos enseña que el ser humano y su conciencia no son entidades ahistóricas, sino productos y agentes de sus condiciones materiales y sus relaciones sociales. El cerebro, como soporte biológico de la conciencia, es moldeado por el entorno socioeconómico y, a su vez, influye en la capacidad de los individuos para actuar sobre él. Un análisis que se detenga únicamente en la neuroquímica o la activación de áreas cerebrales, sin considerar las fuerzas históricas y las relaciones de poder, es incompleto y, a menudo, ideológicamente funcional al statu quo.

La trampa de la privatización del sufrimiento

La neurociencia «convencional» a menudo se enfoca en resolver problemas individuales: mejorar la memoria, reducir el estrés, tratar la depresión. Si bien estos son objetivos nobles, pueden caer en una trampa de privatización del sufrimiento. Como señala Johann Hari (2018), la depresión no es solo un desequilibrio químico, sino una profunda desconexión social, laboral y existencial. Reducir esta complejidad a una disfunción neuronal, como critica Joanna Moncrieff (2009) en el contexto de la psiquiatría, desvía la atención de las causas sistémicas y de la necesidad de una praxis transformadora.

El cerebro como órgano social

Una neurociencia para la emancipación social partiría de reconocer que el cerebro no es solo un órgano individual, sino un órgano social, moldeado por las experiencias de clase, la alienación del trabajo y las estructuras de poder. Por ejemplo, la «sociedad del cansancio» de Byung-Chul Han (2010) y la «corrosión del carácter» de Richard Sennett (2000) describen una realidad donde la autoexplotación y la precariedad generan patologías que tienen, sin duda, correlatos neuronales. Una neurociencia crítica investigaría cómo estas condiciones socioeconómicas impactan la neuroquímica del estrés, la plasticidad neuronal y la capacidad de la memoria, no para que el individuo se adapte mejor a la explotación, sino para comprender cómo se inscribe la opresión en el propio cerebro.

Aplicaciones para la emancipación social

  1. Educación y neurobiología de la concientización

En la educación (inspirada en Freire): En lugar de la optimización individual para el mercado (como en Immordino-Yang, 2015), una neurociencia al servicio de la emancipación (inspirada en Freire, 2005) debe investigar la neurobiología de la concientización. Esto implica estudiar el diálogo crítico, la empatía hacia el «otro» (Sordo, 2010) y la capacidad de problematización de la realidad. El fin es enseñar «cómo aprender a transformar el mundo», examinando cómo las pedagogías liberadoras impactan el desarrollo cerebral de manera más profunda que la mera memorización.

  1. Salud mental desde una visión colectiva

En la salud mental (crítica y transformadora): Más allá de la medicalización individual, esta neurociencia debe examinar el impacto a nivel poblacional de la precariedad (Bauman, 2000) y la falta de sentido (Frankl, 1945) en la salud cerebral. Investigaría las redes neuronales de la solidaridad y la resistencia colectiva como contrapeso a las causas de la depresión relacionadas con la desconexión social. Su objetivo es fundamentar intervenciones que empoderen a los colectivos para transformar las condiciones que generan el malestar, reconociendo que la gestión emocional (Brackett, 2019; Marín Caballero, 2016) es vacía sin un contexto de vida justo y significativo.

  1. Trabajo, alienación y neuroplasticidad social

En la organización del trabajo: En lugar de diseñar entornos para optimizar la productividad individual, esta neurociencia de la emancipación analizaría cómo la autonomía laboral, las relaciones de producción y la participación democrática impactan la neuroplasticidad y la salud cerebral. Se buscaría comprender cómo el trabajo alienante (Marx, citado en From Marx to Mao) afecta negativamente el cerebro, y cómo, por el contrario, un trabajo significativo y cooperativo (Gramsci, 1971) fomenta el desarrollo neuronal positivo y el bienestar colectivo. El conocimiento sobre la neurobiología de la toma de decisiones, por ejemplo, podría aplicarse para fomentar modelos de gestión más horizontales y democráticos, en lugar de jerárquicos.

El objetivo final: una neurociencia para la liberación

El objetivo final de esta reorientación es que la neurociencia, lejos de ser una herramienta para el control o la adaptación pasiva, contribuya a la emancipación social. El cerebro es el soporte material de la conciencia, pero la conciencia es, a su vez, una fuerza material que, al comprender y actuar sobre el mundo, puede transformarlo. La lucha de clases, las relaciones de poder y la búsqueda de una sociedad más justa son el contexto ineludible en el que el cerebro se desarrolla y opera. Una neurociencia que se alinee con el materialismo dialéctico e histórico se convertiría en un aliado vital en la construcción de un futuro donde el bienestar no sea un privilegio individual o un mero ajuste neuronal, sino el resultado de una sociedad verdaderamente liberada.

Referencias

  • Bauman, Z. (2000). Vida líquida. Paidós.
    • Brackett, M. (2019). Permission to Feel. Celadon Books.
    • Frankl, V. E. (1945). El hombre en busca de sentido. Herder.
    • Freire, P. (2005). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI.
    • From Marx to Mao. (n.d.). Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo historico.
    • Gramsci, A. (1971). Selections from the Prison Notebooks. International Publishers.
    • Han, B.-C. (2010). La sociedad del cansancio. Herder.
    • Hari, J. (2018). Lost Connections. Bloomsbury Circus.
    • Immordino-Yang, M. H. (2015). Emotions, Learning, and the Brain. Norton.
    • Marín Caballero, J. L. (2016). El arte de gestionar las emociones en el trabajo. CCS.
    • Moncrieff, J. (2009). The Myth of the Chemical Cure. Palgrave.
    • Sennett, R. (2000). La corrosión del carácter. Anagrama.

🎙️ COMENTARIO EDITORIAL

Ensayo que propone una neurociencia para la emancipación social desde el materialismo dialéctico e histórico.

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