diciembre 6, 2025

La narrativa emocional y un puñal por la espalda: Imagen de una traición en la política local

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shakespiare

“Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos haces unos cobardes,

y la ardiente resolución original decae al pálido mirar del pensamiento”.

William Shakespeare

Por Pedro Gonzales Castro

Rutilo Tomás Rea Becerra

El Telón se levanta

La política, como el teatro, se construye sobre personajes, emociones y giros dramáticos. Cuando un líder popular muere, no solo se extingue una vida, sino que se abre un vacío de poder cargado de pathos, un capital emocional que puede ser manipulado. El asesinato del presidente municipal Carlos Manzo, símbolo de la voluntad popular, y la posterior ascensión de su esposa Grecia, quien pacta con las fuerzas que se presume orquestaron el crimen, configuran una tragedia shakespeariana en pleno siglo XXI.

La sucesión política de Grecia constituye una doble traición: personal, al legado de su esposo, e ideológica, al pueblo que lo eligió. Su ascenso, legitimado por el luto, se convierte en una farsa que perpetúa el poder de quienes intentaron sofocar la voz popular.

La estructura dramática del engaño

(a) El héroe popular y el pathos de la muerte (Referencia a Julio César)

Carlos encarna al tribuno del pueblo, un líder cuya fuerza radica en la esperanza colectiva. Como César, su caída no es solo personal, sino la interrupción violenta de un destino compartido. El clamor inicial exige justicia, como el pueblo romano ante el cadáver de César, y convierte el dolor en mandato: Grecia debe continuar el legado. Aquí surge el primer acto de manipulación: el capital emocional se transforma en herramienta política.

“Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención…” (Shakespeare, 1599/2012, Julio César, Acto III, Escena II).
Marco Antonio convierte el duelo en arma retórica; Grecia hará lo mismo, pero con fines opuestos.

(b) La viuda y el manto de la farsa (Referencia a Macbeth y Hamlet)

Grecia aparece como la flor inocente que oculta la serpiente:

“Pareced flor inocente, pero sed la serpiente debajo de ella” (Shakespeare, 1606/2013, Macbeth, Acto I, Escena V).

Su discurso inicial, cargado de dolor, legitima su acceso al poder. ¿Fue la ambición previa o la amenaza inmediata la que la llevó a traicionar? La presión —rumores de amenazas de muerte durante su juramento— añade complejidad: ¿es víctima o cómplice?

La rapidez con que sella alianzas con los grupos de poder recuerda la unión de Gertrudis con Claudius tras la muerte del rey Hamlet:

“La serpiente que mató a tu padre ahora lleva su corona” (Shakespeare, 1600/2015, Hamlet, Acto I, Escena V).

La metáfora se cumple: la corona del poder local pasa a manos de quien pacta con los asesinos.

La ironía trágica en este caso no se limita a la traición personal, sino que se extiende a la estructura misma del poder. El pueblo, que en su dolor busca justicia y continuidad, se convierte en cómplice involuntario de la consolidación de las fuerzas que destruyeron su esperanza. El luto, lejos de ser un espacio para la memoria y la dignidad, se transforma en un recurso político que anestesia la crítica y legitima la usurpación.

El puñal por la espalda: la consumación de la traición (Referencia a Ricardo III)

La alianza con la oligarquía es el puñal simbólico. Grecia no solo traiciona a Carlos, sino al electorado que la veía como garante del proyecto popular. La inversión ideológica es brutal: las políticas del nuevo gobierno reflejan los intereses de quienes se beneficiaron del magnicidio. Así, el legado muere por segunda vez, esta vez ejecutado por la mano que juró protegerlo.

Este fenómeno revela una paradoja cruel: la emoción que debería unir a la comunidad en defensa de sus ideales se convierte en el instrumento que facilita su derrota. La sucesora, Grecia, no solo traiciona el legado de Carlos, sino que reescribe la narrativa del poder, presentándose como víctima mientras actúa como arquitecta de la restauración oligárquica. Así, la tragedia no reside únicamente en la muerte del líder, sino en la muerte simbólica del proyecto popular, ejecutada por quien prometió preservarlo.

Ricardo III lo anticipa:

“Conquista el poder y luego justifica el crimen” (Shakespeare, 1592/2014, Ricardo III, Acto I, Escena I).

Grecia, al legitimar a los asesinos mediante pactos, convierte la tragedia en farsa.

El eco de la tragedia

La política contemporánea parece reproducir las tragedias de Shakespeare: el luto y la emoción se convierten en instrumentos estratégicos para manipular a las masas, mientras la traición actúa como el mecanismo más veloz para reconfigurar el poder. La ironía es brutal: quien debía ser el baluarte contra los asesinos termina transformándose en su más fiel aliada. El pueblo, cegado por el dolor, entrega el poder a la misma mano que empuñó la daga.

En términos shakesperianos, la escena final no muestra la victoria del pueblo, sino el triunfo de la ambición disfrazada de duelo. Como en Macbeth, la corona obtenida a través de la sangre se convierte en un símbolo vacío, sostenido por pactos que perpetúan la hipocresía y la farsa.

Surge entonces una pregunta inquietante: ¿Es la política, por naturaleza, una obra trágica donde la ambición siempre derrota a la lealtad? Grecia no representa únicamente la figura de la traidora; encarna el arquetipo shakespeariano que, al igual que Lady Macbeth, sacrifica principios y afectos por una corona efímera.

Referencias  

  • Arendt, H. (1963). Sobre la violencia. Madrid: Alianza Editorial.
  • Bobbio, N. (1996). Derecha e izquierda. Madrid: Taurus.
  • Laclau, E. (2005). La razón populista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
  • Ricoeur, P. (1984). Tiempo y narración. Madrid: Siglo XXI.
  • Shakespeare, W. (2012). Julio César. Madrid: Cátedra. (Obra original publicada en 1599).
  • Shakespeare, W. (2013). Macbeth. Madrid: Cátedra. (Obra original publicada en 1606).
  • Shakespeare, W. (2014). Ricardo III. Madrid: Cátedra. (Obra original publicada en 1592).
  • Shakespeare, W. (2015). Hamlet. Madrid: Cátedra. (Obra original publicada en 1600).

🎙️ COMENTARIO EDITORIAL

Este texto es una columna de opinión. Las ideas, interpretaciones y conclusiones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a su autor (a) y no representan necesariamente la postura editorial de Tu Revista Perfiles.

 

 

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