abril 27, 2024

Por Sergio Mejía Cano

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), anunció que se creará una “Comisión de la Verdad, por la Guerra Sucia”, comprometiéndose en forma fehaciente con familiares y sobrevivientes de la llamada guerra sucia que se dio en los años 60 y 70 del siglo pasado, en donde las fuerzas armadas se ensañaron principalmente en las zonas rurales del estado de Guerrero, tachando a los campesinos de esos lugares como “rojillos”, por el solo hecho de decir que tenían hambre y sobrevivir a duras penas.

Sin embargo, en la mayoría de las dichosas comisiones de la verdad para diversos asuntos que han estremecido al país entero, así como a entidades y municipios, pocos o vanos resultados se han obtenido, al no cumplir con las expectativas generadas, quedando todo igual o peor o aún más revuelto todo asunto del que se decía que se llegaría a la verdad. Por lo que comisiones de la verdad van y vienen, ¿y?

Pero esperemos que con este compromiso que se ha echado a cuestas el presidente AMLO, ahora sí haya quien le lleve el apunte; aunque posiblemente a lo que se llegue es a que se confirmen todas las leyendas urbanas que se han creado al respecto de aquella guerra sucia, y que al menos se develen y se hagan públicas todas las acciones emprendidas por las fuerzas armadas en aquellos años, confirmando las atrocidades que se cometieron en contra de esas zonas rurales y de montaña del estado de Guerrero y que se extendieron a otras entidades e incluso a las zonas urbanas, al despertarse el espíritu revolucionario de muchos jóvenes cansados de las represiones que se comenzaron a dar abiertamente desde el asalto al Cuartel Madera, en Chihuahua, en el año de 1965, precisamente el 23 de septiembre, fecha que enarboló después una agrupación de jóvenes que lucharon abierta y clandestinamente por sus ideales.

Se entiende que en esos años de los 60 y 70, no se publicaba nada que hiciera referencia al Ejército Mexicano, excepto cuando marchaban en los desfiles, porque escribir de acciones de represión o agresión al pueblo, era prácticamente muy peligroso; claro que existían panfletos y tabloides que se editaban por lo regular en forma clandestina y que circulaban de mano en mano entre la población repartidas en los centros de trabajo, cantinas, secundarias, preparatorias y facultades públicas. Y también se llegaron a editar publicaciones formales como “Por Esto y Por Qué”; pero de aparición efímera, dándose a conocer después que los talleres en donde se imprimían estas publicaciones habían sido embargadas o destruidas y hasta incendiadas algunas de ellas; ¿por quién o para qué? Oficialmente no se supo nunca, pero con los rumores que corrían de boca en boca se llegaba a intuir por qué ya no circulaban más esas y otras publicaciones que informaban casos, cosas y hechos que la prensa tradicional ni por asomo se refería a esos asuntos; algo así como hoy en día sucede con las redes sociales, y que desaparecieran en forma misteriosa todas las informaciones que incomodaran a la burguesía, a la oligarquía y desde luego, al poder político y empresarial.

Y de desapariciones de personas de ambos sexos, jóvenes, sobre todo, pues se volvió una práctica cotidiana y que se intuyera que ya no se volvía a saber nada de ellos. Un caso muy emblemático lo fue la desaparición del joven Jesús Piedra Ibarra, hijo de doña Rosario Ibarra de la Garza, quien desde la desaparición forzada de su hijo se volvió una activista incansable buscando no nada más a su propio hijo, sino ayudando a otros padres de familia a buscar a sus desaparecidos hijos.

Se documentó en su momento que tanto en Monterrey, Nuevo León, como Guadalajara; Jalisco, se habían convertido en bastiones guerrilleros, en donde jóvenes revolucionarios luchaban por sus ideales para un mejor bienestar del pueblo mexicano. En la ciudad de Guadalajara, hubo jóvenes que de pronto se dejaron de mirar en sus barrios y que jamás se volvió a saber de ellos, entonces comenzó a correr el rumor de que, a muchos jóvenes, las autoridades por considerarlos supuestos guerrilleros, los apresaban y para no dejar rastro ni huella, los aventaban al Mar con pesados bloques de cemento o cadenas para que se hundieran y no salieran sus cadáveres a flote. Obviamente que todo esto corría como rumor o leyenda urbana; sin embargo, ahora que se han desclasificado infinidad de documentos referentes a la llamada guerra sucia, se ha confirmado eso de que sí aventaban al Mar a presos incómodos, detenidos en forma clandestina.

Sea pues. Vale.

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