abril 27, 2024

 “Todos los empleados públicos

deberían descender a su grado inmediato

inferior, porque han sido ascendidos

hasta volverse incompetentes”.

José Ortega y Gasset

Por J. Gerardo Rodríguez Rdz.

Hace unos días, platicando con un grupo de académicos comentábamos sobre los pocos resultados de las instituciones y organizaciones, principalmente públicas, pero también privadas; de acuerdo a ciertos estudios administrativos y sociales, se puede ver desde la perspectiva del llamado Principio de Peter.

El Principio de Peter es un lapidario ensayo sobre algo en la gestión de las organizaciones que se llama jerarquiología, es decir; el estudio de las jerarquías. Laurence J. Peter, un académico de la Universidad del Sur de California publicó un libro en 1969 (que sigue siendo muy actual) intitulado El Principio de Peter, un trabajo que le llevó algunos años para recabar casos prácticos sobre las jerarquías y su desempeño, tanto en empresas privadas como en dependencias públicas.

Aunque José Ortega y Gasset ya tenía estos postulados allá por 1920 aproximadamente, es Laurence J. Peter quien deja a la posteridad un estudio serio al respecto.

Señalaba el profesor Peter, que todos, absolutamente todos tenemos un nivel de incompetencia; que en la medida en que avanzamos en las organizaciones podemos y reduciendo el desempeño. Peter señalaba que “en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse”.

Un excelente trabajador no necesariamente es un mejor gerente. Y lo verificamos constantemente; un cartero competente no garantiza que al elevarlo en la jerarquía para nombrarlo jefe de alguna sección de código postal vaya a desempeñarse con la misma excelencia. La estadística no miente, ¿Cuantos jugadores fuera de serie en cualquier deporte se convertirán en entrenadores fuera de serie? ¿Cuántos comentaristas deportivos se convierten en exitosos entrenadores? ¿Cuántos grandes actores de televisión experimentan con éxito el teatro con mayor grado de dificultad?

Y si nos vamos a la vida pública pasa lo mismo.

En Estados Unidos una destacada política, que incluso brilló como esposa del presidente Clinton, fue una candidata desastrosa, primero en 2008 en la interna del partido demócrata que un casi desconocido Senador por Illinois de nombre Barack Obama le arrebató la candidatura y se convirtió a la postre en presidente; luego en la que enfrenta a Donald Trump, quién la hizo ver a Hillary Clinton errática y hasta temerosa de su propio discurso.

Recientemente José Antonio Meade se desempeñó como un buen funcionario durante su carrera, se convirtió en un pobre candidato a la presidencia; tal vez, y solo tal vez, hubiera sido mejor candidato y a la postre Gobernador del Banco de México. Más recientemente el presidente de México, que siempre destacó como candidato, ahora erra como presidente.

Dicen que algunos pasan el tiempo y escalan en las organizaciones y no alcanzan su nivel de incompetencia, la tesis señala que lo tienen, pero tal vez no alcance la vida para determinar donde estaba su nivel de incompetencia. Lo que es un hecho que, si alguien destacó por ser un mal legislador o un pésimo alcalde, alcanzó su nivel de incompetencia, por lo que el votante no puede esperar algún milagro y que una jerarquía más elevada no la va a desempeñar mejor, será el mismo desastre. O peor.

Es por eso que nuestra vida pública es tan mediocre, tenemos actores que desde hace años luz alcanzaron su Principio de Peter; el problema no es que ellos no lo vean, si no que nosotros como electores no lo veamos claro, tal vez porque hemos llegado a nuestro nivel de incompetencia como ciudadanos.

Neoliberalismo ¿Siempre sí?

Hace unos días el presidente López Obrador destacó a la primera empresa privada, de origen italiano, por cierto, que está extrayendo petróleo en México en más de ochenta años, gracias a la reforme energética de Peña Nieto. Esto confirma que el presidente es pragmático, y ante el nulo crecimiento, dejará a un lado la promesa de dar marcha atrás a la reforma energética. Necesita dar cuentas positivas en cuanto a crecimiento, y no lo está logrando.

Carpe Diem

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