2 de octubre de 1968: memoria viva y resistencia en México

Sumario: A 56 años de la masacre de Tlatelolco, México mantiene viva la memoria de los estudiantes caídos. El 2 de octubre es resistencia, advertencia y compromiso con la justicia.
Por Manuel Rueda
La masacre de Tlatelolco es una herida que no cicatriza. Han pasado 56 años y el recuerdo sigue siendo una exigencia de justicia, una memoria que se niega al silencio y que late con fuerza en cada generación de jóvenes que hereda la convicción de que el 2 de octubre no se olvida.
Aquella tarde de 1968, la Plaza de las Tres Culturas se cubrió de dolor y silencio forzado. El sueño de libertad y justicia de miles de estudiantes fue respondido con represión brutal, dejando una cicatriz imborrable en la historia contemporánea de México. Para conocer más detalles sobre la masacre de Tlatelolco 1968, puedes consultar este artículo que documenta los hechos y testimonios.
Más de cinco décadas después, las marchas y consignas mantienen vivo ese eco. Cada grito de “¡Nunca más!” recuerda que la memoria no es un ejercicio del pasado, sino una resistencia activa frente al olvido. Para reflexionar sobre la situación en Gaza y la violencia que sufren miles de civiles hoy, es importante mirar cómo los derechos humanos son ignorados en distintos contextos. Asimismo, el caso de los mexicanos secuestrados en Israel nos recuerda que la dignidad y la protección de los ciudadanos debe ser universal.
El 2 de octubre se ha convertido en un símbolo de advertencia y compromiso. Advierte del riesgo que representa un poder que olvida su deber de proteger a la ciudadanía. Y compromete a la sociedad a no permitir que la represión, la impunidad y el autoritarismo se normalicen jamás.
Hoy, la memoria no solo se honra en el recuerdo, sino en la valentía de quienes marchan, investigan, escriben, enseñan y no callan. Porque el futuro solo puede construirse sobre la verdad, la libertad y la justicia.
El 2 de octubre no se olvida. No debe olvidarse jamás.
COMENTARIO EDITORIAL

