Por José Guadalupe Rocha Esparza
Para desastre, desastre, el cultural. Estupor es cuando una persona entreabre la puerta, asoma la cabeza y su cara queda atrapada entre grandes signos de exclamación e interrogación, por haber entrado en el lugar equivocado: un espacio para objetos paralelepípedos llamado librería. Después se escabulle hacia la calle como quien se libera de un cepo.
Es la gente sumida en un estado de estupor, quienes muestran un rechazo primario a los libros y a la lectura. No es una enfermedad, pero a la larga puede ser una peste. Ellos declaran que no leen nunca un libro y no entran a biblioteca alguna ni por equivocación. No les gusta. No les interesa digerir ningún libro ni están dispuestos a probarlo. Irreverentes a cualquier texto.
Muestran, sin complejo alguno, un rechazo primario a los libros y lectura, traten de lo que traten. Algunos asocian libertad con un curioso derecho a la ignorancia. Hay una especie de “bibliofobia” en el ambiente que causa estupor. “¿Para qué aprender cosas inútiles como filosofía?”, preguntan. El mundo no lee libros. Les queda elegir entre teatro, música, danza o cine.
