abril 28, 2024

Por Sergio Mejía Cano

Ahora se anuncia la llegada de la “quinta ola”, respecto a la pandemia generada por el coronavirus que tantos estragos ha causado entre familiares, amigos y conocidos y hasta más allá, pues los contagios han resurgido, no nada más en nuestro país, ya que se dice que también en otras partes del mundo; pero sobre todo en China. Y, por si fuera poco, se ha prendido la alarma debido a la denominada “viruela del mono o símica” que, se informa, ya hay por lo menos tres casos detectados en México.

Ante esta aparición de estas enfermedades, en mi muy particular punto de vista, con los resultados de las restricciones que se implantaron desde marzo de 2020, hace como sospechar de que ya nos tomaron la medida en cuanto a asustarnos de más, porque al no resultar una alarma contundente cuando se anunciaron el mal de las vacas locas, el ébola y otras tantas enfermedades, se tuvo que echar mano en algo más contundente para así, poder controlar a la gran mayoría de la población en la mayoría, si no es que en todos los países del mundo.

En el año de 2009, se dio la noticia de la influenza H1-N1 que, anteriormente a que se declarara su aparición, se dijo que era gripe porcina, para después corregir a decir que era gripe aviar, por lo que el gobierno de aquel entonces encabezado por Felipe Calderón Hinojosa, dictó las medidas correspondientes de protección, sugiriendo que la gente usara cubrebocas y que evitara el contacto cercano con personas que mostraran síntomas de padecer esta enfermedad; incluso, se llegaron a suspender eventos masivos tanto en estadios deportivos como en cines y teatros. Sin embargo, de un día para otro, como por arte de magia, dicha influenza desapareció y todo volvió prácticamente a la normalidad, por lo que este hecho, pudo haber sido un caldo de cultivo para ver y comprobar lo susceptible de la gente, además, de notar la influencia que podría generar una noticia de una enfermedad contagiosa.

A principio de la década de los años 80 del siglo pasado, cuando se dio a conocer la aparición del sida, en ese entonces, tal y como sucedió en el año 2019 con el también llamado covid-19, se dieron a conocer por parte de las autoridades sanitarias un sinfín de conjeturas y especulaciones respecto a lo que causaba esa neo enfermedad, afirmando en un principio que con el puro contacto de la saliva se podría contagiar a otra persona y, que en la mayoría de los casos, la podrían transmitir los homosexuales; y además,  que el virus era producto del “mono verde”, para luego decir, según las teorías de la conspiración de que, esta enfermedad se había creado en un laboratorio para esparcirla en el mundo, etcétera. Pero por lo que se ve, con la pandemia del coronavirus el sida pasó a segundo plano y, si bien se sigue informando de contagios, como que ya no es tan preocupante dicha enfermada. También, poco tiempo después, cuando ya se estaba alivianando la noticia del sida, en algunos países, como en Cuba, se dijo que podría no ser un virus, porque no se había detectado ningún tipo de virus que pudiera causar el sida, sino que probablemente todo era cuestión de mala nutrición, por anemia aguda, bajas defensar orgánicas, etcétera.

Y, cuando surgió la pandemia del covid-19, las restricciones de protección no se hicieron esperar, pues se le dijo a la población que deberían de permanecer en sus casas, lavarse muy bien las manos frecuentemente; obligaron a los comercios, negocios y tiendas departamentales a colocar gel antibacterial y tapetes sanitarios en la entrada de sus negocios; pero sobre todo, se impuso el uso del mentado cubrebocas, lo que generó una controversia debido a que, si el coronavirus está considerado más como un mal respiratorio, el cubrebocas impedía la respiración normal y, lo más extraño aún fue que se cerraron parques, jardines y plazas, al igual que cines, estadios, teatros, templos y se prohibieron los eventos festivos, impidiendo fiestas de bodas, 15 años, cumpleaños, etcétera. Y, además, en algunas de las ciudades del país se obligó a que en los automóviles particulares no viajaran más de dos personas y que en el asiento del copiloto nadie, lo que generó hasta burla, pues en caso de un matrimonio que tuviera que salir a algún mandado utilizando su carro, no podían viajar juntos; pero a la hora de dormir sí.

Y a propósito de dormir, también se dijo que tocarse la cara podría ser un foco de infección al tocarse boca, ojos y nariz; y esto a la hora de dormir, todo eso se hace involuntariamente.

Sea pues. Vale.

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