Por José Guadalupe Rocha Esparza
Lucas Alamán, 1792-1853, historiador y político guanajuatense, uno de los hombres más notables de su tiempo, sañudamente combatido por unos, hiperbólicamente ensalzado por otros, de sólida cultura, deslumbrante inteligencia y actividad incansable, dejó una “Historia de México” en cinco tomos, “Disertaciones”, en dos y varios dictámenes importantísimos.
Decoro y probidad es todo lo que se necesita para ejercer el poder, decía, y que nada puede hacerse sin orden y economía. Infeliz nación es aquella gobernada al acaso, que dicta providencias aisladas, circunstancialmente. Afirmó que México, como cuerpo social, está en la miseria; que la mano de la autoridad pública ha decaído y que las instituciones deben reformarse.
Declara que la fe política del hombre público sólo sirve al poder existente, sin otra consideración que la de su propio interés. Por lo tanto, no tiene derecho para censurar, y menos para castigar a los que profesan otra opinión, que acaso será mañana la suya. En tales hombres, no es más que un cálculo interesado y por lo tanto, odioso vicio de esos hombres públicos.
