Por el Dr. Pedro Gonzáles Castro
y Dr. Rutilo Tomás Rea Becerra
Durante el siglo XVIII, se produjeron una serie de cambios tecnológicos, socioeconómicos y culturales que afectarían todas las estructuras sociales, hasta nuestros días. Se ha transitado desde los procesos de mecanización, la concentración de capitales, el éxodo de población rural hacia las ciudades y la aparición de la clase obrera, hasta la creación de estructuras complejas de dominación, a través de la colonización o de la subordinación cultural, basadas en el Darwinismo social.
Históricamente, el desarrollo tecnológico y la industria energética ha sido un binomio indivisible. En su momento, con el desarrollo del ferrocarril y la aparición del automóvil los combustibles ocuparon un lugar preponderante, el petróleo sería el insumo que dictaría los tiempos geopolíticos; A lo largo y ancho del mundo, alimentó guerras, revoluciones, luchas fratricidas y golpes de estado.
Recientemente, el desarrollo de la industria armamentista, la farmacéutica, de la comunicación y el transporte ha tenido un despunte tal que la demanda del Litio ha ocupado el papel que en su tiempo tuvo el petróleo. Tres países en América del Sur poseen yacimientos equivalentes al petróleo existente en Arabia Saudita, a saber son Argentina, Chile y Bolivia. Recientemente se descubrió que México posee yacimientos que podrían generar 35 mil toneladas anuales; se presume una reserva total de 243 millones 800 toneladas. (Fuente: https://elfinanciero.com.mx/nacional/litio-el-nuevo-petroleo-al-que-mexico-le-puede-apostar).
Hasta hace poco menos de un año, Argentina, Chile y Bolivia gozaban de una relativa tranquilidad, pero pronto la sombra del imperialismo denoto su presencia. La corporación estadounidense Ensorcia Metals hizo su entrada al triángulo del litio, mientras que Buenos Aires y Santiago le entregaron la fabricación de las baterías de litio, Bolivia, que tiene el mayor reservorio, y que creó una empresa estatal para su industrialización se había asociado con empresas europeas; inmediatamente se militarizaron las fronteras de Argentina y Chile con Bolivia.
«No hay ninguna duda del papel central que tuvo el litio en la motivación del golpe contra Evo Morales; pero se da por el proyecto de industrialización soberana que viene desarrollando Bolivia, que dejaba afuera a Estados Unidos, más que por el control de la materia prima», sentenció Federico Nacif, sociólogo y docente de la Universidad de Quilmes (En: https://www.pagina12.com.ar/231461-la-industrializacion-del-litio-en-bolivia-motivo-el-golpe).
Entre estos fenómenos recientes de movilizaciones masivas, golpes de Estado y hechos de violencia desmedidos, México no ha quedado a la zaga. Recientemente, en la zona limítrofe entre Chihuahua y Sonora, justo donde ocurrió el ataque a la familia LeBarón, evento que aprovechó Donald Trump para anunciar su intención para designar como terroristas a los cárteles mexicanos, dejando abierta la posibilidad, se encuentra un yacimiento de Litio.
Aunque México se localiza ante una industria incipiente, empresas de Canadá y China ya están en Sonora, otro de los proyectos de exploración de un yacimiento en Baja California corre a cargo de la firma estadounidense Pan American Lithium y en San Luis Potosí y Zacatecas está a cargo de la española Litiomex.
Muchas cosas pueden ocurrir en este nuevo escenario de nuestro país, intereses creados por grupos oportunistas en cualquier momento pueden dar la sorpresa. Tengamos presente que, si el petróleo creó una geopolítica altamente peligrosa para las economías latinoamericanas, el litio ha dado un golpe contundente a la paz de la región.
Es por ello que América Latina se encuentra en una convulsión permanente, pues los intereses económicos, por estrategia militar y cultural, se convierten en intereses políticos, generando toda una maniobra desarrollada por Estados Unidos para desprestigiar a los gobiernos democráticos bajo el seudónimo de dictaduras o gobiernos populistas.
