abril 27, 2024

La mejor manera

de decir, es hacer

José Martí

Por Dr. Rutilo Tomás Rea Becerra

y Dr. Pedro Gonzáles Castro

Muchos consumidores de medios carecen de una actitud crítica de lo que leen o escuchan, son fácilmente manipulables en sus decisiones, actitudes y por tanto, entran fácilmente al juego de percibir sus identidades como algo estable y en buena medida separado de “fuerzas exteriores”.

Esta constante se presenta en muchos grupos en diversas redes sociales, llámese Facebook, whatsapp, twitter, etc., en donde ya es una cotidianidad escuchar o leer opiniones en contra del actual mandatario de México, quien recientemente planteó como opción para dar salida al avión presidencial hacer una rifa, lo que provocó un amplio debate, bromas y reacciones a todos los niveles, desde memes, burlas, sarcasmos, peyorativos y hasta insultos hacia la figura del ejecutivo.

De inmediato los mass media se dieron a la tarea de hiperbolizar el evento, restando la atención de su adquisición, cuyo costo fue de 750 millones de dólares (véase: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/el-universal-dio-conocer-compra-de-avion-presidencial-en-julio-de-2012); el objetivo era generar indiferencia sobre la adquisición y manipular una reacción adversa sobre una posible solución, aunque ésta solo hubiera sido una mera ocurrencia.

La influencia que ejercen los mass media sobre la opinión pública es una actividad manipulativa basada en una serie de técnicas orientadas a crean una imagen o una idea que favorece intereses particulares. Entre sus tácticas destacan las falacias lógicas y la propaganda, suprimiendo información o distorsionándola. Con ello, crean un caldo de cultivo favorable a intereses ideológicos preestablecidos y prejuiciados, sin ningún afán de contribuir al mejoramiento de nuestra sociedad. Bajo el pretexto de “la libertad de expresión” desprestigian, calumnian o destruyen, respondiendo a un propósito de carácter ideológico-político-cultural perverso.

Indudablemente, existen opiniones y comentarios críticos que buscan elevar el debate y coadyuvar en la construcción de un mejor país, no solo para unos cuantos, sino para la gran mayoría. Sin embargo, no estamos al margen de la ubicuidad neoliberalista donde el egoísmo, la vanidad, el egocentrismo, la “sabiduría intelectual” se pone como la expresión imperioso de la vida “social”. El tener conocimiento para presumirlo, para demostrar que sabemos, para estimular nuestra vanidad y egolatría es tan poco útil como la broma de establecer la venta de boletos para la rifa del avión presidencial.

La meritocracia neoliberal nos hizo creer que el éxito depende del esfuerzo y talento personal y, por tanto, la responsabilidad tiene un asiento individual por lo que se nos debe otorgar toda libertad posible. Así entonces, procedemos a cuestionarlo todo, a poner en evidencia a quien juzga y, en tanto, hacemos poco o nada para cambiar la situación social o económica que se vive.

El sistema global neoliberal nos ha hecho percibir nuestra identidad como algo estable, en donde la desigualdad es una virtud y crear una sociedad más equitativa es contraproducente y moralmente corrosiva. Se ensalza a una monarquía democrática en donde los ricos se convencen de que son ricos por méritos propios y los pobres se culpan de su fracaso.

Ante esto, se hace necesario un cambio de paradigma. No se trata de dejar de cuestionar o criticar, sino de permitirnos analizar, entender y evaluar las opiniones o afirmaciones que suelen aceptarse como verdaderas. Muchas personas que hoy critican tanto, NUNCA han cuestionado los excesos de una “monarquía democrática”, han mantenido silencio ante la impunidad, la corrupción. 

Si cuestionamos basados en hechos, evidencias y criterios lógicos, tendremos la capacidad de no justificarle todo al actual presidente y proponer alternativas viables. Si nos quedamos en la inercia de juzgar por juzgar y solo nos concentramos en los desaciertos, es como enjuiciar a la religión católica solo por la etapa de la inquisición, o al socialismo por los errores –y horrores- de la etapa estalinista.

Hoy los detractores de AMLO borran y enjuician la vida política de México a partir del triunfo de MORENA. Olvidan los actos de corrupción, robo e impunidad de que durante muchos años han flagelado nuestro país. Se olvidan de los muertos, desapariciones y torturas de sexenios anteriores. Las facturas de Ayotzinapa buscan adjudicarlas al actual gobierno. Quieren ocultar los millones de pesos que han robado rectores de Universidades Públicas para mantener sus lujos y principados de poder. Hacen lo imposible para que haya un “borrón y cuenta nueva”. Estratégicamente hacen un análisis social al margen de los hechos históricos

No se puede negar que en Morena también haya corruptos o que el Presidente se excede en radicales comentarios, pero es necesario crear condiciones para que esto vaya cambiando. Quienes aspiramos a verdaderos y profundos cambios consideramos necesario dar paso al compromiso, a la solidaridad, al trabajo comunitario en cualquier actividad que se emprenda, al intercambio de ideas pero también al quehacer cotidiano, a las actividades sociales y políticas, a la lucha constante y permanente por un mundo mejor para todos. Los verdaderos cambios siempre se han dado a través de la colectividad, la tolerancia y el respeto mutuo. Lo demás es mero ejercicio de onanismo o de entelequia mental.

2 comentarios en «¿Y QUE ES LO QUE QUEREMOS LOS MEXICANOS?»

  1. Completamente de acuerdo…!
    Además, es urgente implementar el proyecto del INFP…Para concientizar, informar, formar contrarrestar…proveyendo de las herramientas para que el proletariado nos podamos defiender de la embestida feroz de los conservadores…con toda su maquinaria en la estrategia de las 5 etapas de las guerras de 4ta. generación…
    Saludos a ambos autores…!

  2. Un cambio de paradigma que lleve a una reflexión crítica y propositiva se dará cuando una,sociedad salga del letargo cultural y político, se eduque en la participación social y se reencuentre con los valores. Espero que esa generación ya venga en camino…saludos Dr. Rutilo, un abrazo fraterno, mi admiración y respeto.

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