abril 28, 2024

“Solos podemos hacer poco,

juntos podemos hacer mucho”

Helen Keller

Dr. Rutilo Tomás Rea Becerra y

Dr. Pedro Gonzáles Castro

A últimas fechas, se ha tornado común en grupos de WhatsApp, Facebook y demás redes sociales, encontrar discusiones “acaloradas” sobre temas que a todos preocupan. Ya se trate de algún tema de ocasión, de algún proceso electoral o tipo de organización política que se debería tener, incluso ante comentarios de ocasión y poca trascendencia vemos que suele desbordarse la pasión en defensa de lo que creemos que es la verdad, de lo que consideramos que son “argumentos superiores” o los “mejores juicios y análisis”.

Indudablemente, es normal que existan opiniones distintas, tesis diferentes y versiones encontradas que a más de alguno pueda generarles una disonancia cognitiva y, ante ello, se tenga una respuesta desproporcionada y, no pocas veces, agresiva. Muy probablemente, no hemos podido o no hemos sabido argumentar o contra-argumentar una idea, una opinión o un punto de vista diferente, haciéndolo con respeto, tolerancia y argumentativamente, mucho menos con propuestas que nos permitan avanzar.

Quizá este tipo de comportamiento sea una respuesta de la “cultura online” que intoxica nuestra sociedad y que alienta a denostar a diestra y siniestra creyendo que eso es la libertad de expresión. Sin embargo, es necesario tener presente que la libertad de expresión es un derecho inalienable y su ejercicio conlleva deberes y responsabilidades; se encuentra sujeta a restricciones relacionadas con los derechos y la reputación de otros, la protección del orden público, la salud y la moral pública.

Desde luego que compartir un “meme” es cómodo, pero hay que tener en cuenta que es otra forma de expresar nuestras ideas y que, al manifestarlas a través de cualquier medio virtual, no están exentas de la auscultación y critica pública. Muchos olvidan esto e inmediatamente optan por responder agresiva y groseramente a quien no es del agrado. Situación que, desafortunadamente, muchas veces se transporta a nivel personal y la discordia se ve alimentada por la participación de terceros (comentario del amigo o de algún “gurú intelectual”).

Resultaría una sana practica el tener presente que esta forma de interpretar la vida pública, la política o la economía, no ayuda a un proceso de transformación real que se pretende que sea distinto en nuestra sociedad. Muestra más bien, que todavía nos queda mucho camino por recorrer y podemos convertir estas situaciones en áreas de oportunidad para entender que la anhelada “unidad”.

Es importante entender que el avance de la 4ª Transformación no es un campo llano. Debe aceptarse la existencia de diferencias y de que habrá posturas protagónicas con diferentes denominaciones: los “fundadores del cambio”, “los del cambio verdadero”, “los miembros de la red”, los que intentan no ser parte de ningún grupo “histórico”, “los simpatizantes de la 4aT”, etc. Ante este escenario, ¿qué es lo que nos permitiría avanzar?

Primero. Entender que son nuestras acciones, actitudes, compromisos y praxis frente a la vida y frente a los demás, lo que nos define; no el cómo nos autonombremos.

Segundo. Nuestra praxis política debe estar soportada por tres pilares: no robar, no mentir, no traicionar.

Tercero. Indudablemente podemos saber de muchos temas, pero es conveniente que en nuestro actuar prevalezca la humildad y la modestia para seguir aprendiendo de los demás, de los otros, de los que piensan diferente, sin que ello implique ceder en nuestros principios.

Cuarto. La teoría por sí sola, solo sirve para alimentar nuestro ego y nuestra vanidad, pero no sirve para la lucha revolucionaria. Del mismo modo, la praxis sin teoría nos hace caer en argumentaciones simplonas, personales, cargadas de pasión. Se debe tener un entendimiento de los fenómenos estructurales y coyunturales; la praxis también genera conocimiento y teoría, por ello debemos partir de la realidad para generar teoría a través del análisis y regresar a lo concreto (en forma de conceptos y categorías, pero sobre todo de praxis social).

Quinto. Trabajar siempre en base a nuestras coincidencias después de haber dialogado sobre nuestras diferencias y así evitar caer en el cómodo inmovilismo (“no hacer nada” juntos).

Sexto. Con la ayuda y colaboración de los militantes y simpatizantes, aprender de la comunidad, la colonia, el barrio, el territorio; aprender y realizar JUNTOS.

Estar imprescindible que siempre estemos abiertos a propuestas que puedan enriquecer una dinámica de cooperación, de propuestas alternativas de solución, de orientación teórica, de estrategia operativa, de participación democrática, de desarrollo colectivo, comunitario y local. Tenemos ante nosotros una demanda histórica y no hay marcha atrás.

1 comentario en «¿Y SI NOS PUSIÉRAMOS DE ACUERDO?»

  1. Sería interesante estudiar los fenómenos que originan las conductas sociales que se apropian del pensamiento y nos llevan a caotizar los lazos de comunicación.

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