mayo 11, 2024

Por Socorro «Coco» Valdez Guerrero

Su rostro inocente, sus movimientos aún de riesgo, ¡alertan! Ellos, ellas, sólo saben jugar, no prevenir, no cuidarse, no evitar un ¡Contagio! Son tan pequeños que su seguridad depende de otros y… ¡preocupa! Son olvidados en la violencia, ¿serán protegidos en el contagio? Ellos, no conocen el peligro invisible, olvidan fácil un virus que acecha y recoge víctimas.

No saben de contagio, de enfermedad que los lleva a la muerte. Son infancia vulnerable que exige protección del contador de muertos, ahora dador de porcentajes y colonias en riesgo, del que dirige la educación y hasta del que distribuye el agua. De ese que un día asegura a una niña: “en junio estaremos prácticamente de salida”, y a los padres, “no pondremos en riesgo su vida” y ahora, 109 niños han muertos y poco más de seis mil están contagiados y otros, aún enfermos. Y así, ¿cómo dejar en sus manos o en las de otros su protección? Cómo en aquellos que a veces ni educar o evitar violencia en las escuelas, saben. Y ¿cómo cuidarlos? Cómo salvarlos de un virus que arrancó la vida a familias completas.

Cómo de ese bicho sin control que no respeta por orden alfabético de apellido y todavía mata adultos. Cómo defenderlos sin políticas efectivas que aún no detiene contagios y aumenta el número de muertos. Dilema e incertidumbre para regresar a una vida de colegio aún con filtros sanitarios. Un regreso a las aulas sin seguridad ni certeza para los vulnerables, niños, adolescentes, incluso jóvenes. Un regreso a clases con un protocolo, nueve acciones y tres filtros sanitarios, que todavía ningún protocolo ni otras acciones, contuvieron los contagio ni la muerte de adultos. Incertidumbre y miedo encerrar en pequeños espacios de escuelas públicas a niños.

En pre primarias, primarias, incluso secundarias con carencias de inmobiliario e ¡Insumos! Tan elementales como baños desaseados por escasez de agua, sin papel ni jabón. Incluso, sin aulas. Escuelas sin ¡Higiene! Y con maestros, algunos incapaces de generar orden y aplicar reglas en las aulas. Niños abandonados de cuidados elementales que preocupa y alarma. Con un virus que acecha, y que antes, según ellos, sólo mataba ancianos enfermos, y hoy también a niños, a jóvenes y hasta a adultos sanos.

Cómo se regresa a las aulas con autoridades educativas que no inspeccionan ni la calidad de la educación que se imparte. Cómo con autoridades de salud, que un día son de no usar cubre bocas ni guardar distancia, y después sí. Cómo con el aumento de una pandemia que revela ignorancia y escasez de insumos médicos. Con la incertidumbre y el temor a torpes acciones que no evitaron la muerte de niños. Con el miedo a que su futuro se trunque por negligencia, indolencia e irresponsabilidad, como sucedió con muchos adultos.

Con esa pandemia que mostró con las víctimas, a enanos de sentimientos y de políticas de protección, sí, tan ¡Enanos! Como aquellos que les parece poco el número de hogares mexicanos de luto. Pocos o muchos muertos, ninguno es sólo un cadáver. Y no queremos que sea de un niño. Ya fue un padre, un hermano, un hijo, una madre, una tía, un amigo, nadie quiere que un niño no sonría más. Sí, hoy pueden ser niños si no exigimos a mediocres que no sólo cuenten muertos. Que protejan a nuestros niños, si en esas zonas rurales de escasez, de abandono gubernamental. O en esas escuelas de ciudad, también con carencias, sin medidas firmes y efectivas ni para educar.

Es que se ¡Ocupen! Más que contar y comparar o dar porcentajes. Es que ofrezcan y garanticen, lo que no dieron con los adultos. Es exigir, vigilar y apoyar para salvar niños. Para que sus acciones no sean tardías, igual que con adultos. Es prevenir y cuidarlos de una pandemia, aún sin control. No es de más o menos, no es de muchos o pocos muertos. Es no permitir ningún riesgo ni dejar que la muerte te arrebate a quien amas. Es no perder a manos de una epidemia y darle rumbo y certeza a su vida. Es demandar, exigir ahora a la SEP, a Gatell, a todos, garanticen la protección de tus hijos, para no llorar después.

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