Por Efraín Moreno Arciniega
Hoy quiero hacer un alto en este camino que hace tiempo hemos emprendido juntos para llevar a cabo su proceso de formación como futuros Maestros de México.
Deseo preguntarme y que se pregunten Ustedes, ahora que son circunstancialmente mis alumnos, si vamos en el camino correcto hacia el lugar que nos propusimos llegar; el cual es, siguiendo el ideal del gran Sócrates: el lugar de los hombres virtuosos y el de la verdad.
Porque, aunque casi nunca se habla de ello en nuestra Universidad, nosotros debemos siempre tener presente, que la función fundamental de todas las Universidades en el mundo es la de hacer hombres virtuosos, cuyo ideal supremo sea siempre encontrar la verdad de las cosas y hacer el bien a nuestros semejantes.
En ese transitar hacia ese bello lugar, el hombre camina, en su afán de alcanzar el conocimiento de las cosas, desde el lugar de la ignorancia, que es el punto donde iniciamos todos; hacia las estaciones, y ahora siguiendo a Platón: de la conjetura, el dogma, el conocimiento razonado, y la del verdadero conocimiento inteligible. Lugar este último, en la misma opinión de Platón, privilegio de unos cuantos.
Mi propósito en este sentido, es preguntarles a Ustedes, ¿en cuál estación, de las señala Platón, están hoy cada uno de Ustedes?
¿En la conjetura?
¿En el dogma?
¿En el lugar del conocimiento razonado?
O desafiando a Platón, ¿algunos de Ustedes ya están en el lugar del verdadero conocimiento inteligible?
Por estas interrogantes quise hacer hoy este alto en nuestro camino.
Al respecto, yo creo que para alguien que aspira a ser Maestro, como es el caso de todos Ustedes; estar en cualquier estación de este camino del conocimiento que plantea Platón en su grandiosa obra “La República”; tiene solo una importancia relativa; pues para mí, ello no va más allá de un saber más o un saber menos que otros.
Sostengo, que lo verdaderamente importante para alguien que abraza la honrosa carrera del magisterio, es querer siempre aprender. Esto es, lo verdaderamente importante.
Un estudiante, que aspira a ser Maestro, siempre debe mostrar esta actitud: Querer siempre aprender.
Con una actitud de búsqueda permanente del conocimiento, cualquier hombre logra todo en la vida.
La fórmula parece sencilla, pero ha sido muy compleja su aplicación; debido fundamentalmente, a la distorsión de valores de la sociedad actual.
El conocimiento hoy en México, y tal vez en la mayoría de los países del mundo, lamentablemente no es valorado.
El capital; el dinero en nuestro mundo; es el principio rector que mueve hoy todas las aspiraciones del hombre actual. Ya decía el gran Francisco de Quevedo:
“Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Ando continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso Caballero
Es don dinero.
Así, podemos afirmar, que el conocimiento actualmente es solo un medio para lograr ciertas cosas en la vida; pero no es en sí mismo un fin, como debiera de serlo.
¿Cómo se refleja en nuestra Universidad esta visión del interés por el dinero y la función pragmática que se le da a los estudios en la misma?
Dos cosas al menos de ello puedo señalar:
El alumno, por lo general, quiere una calificación; no le interesa saber; lo que le interesa es tener acreditada la asignatura que cursa.
El alumno, por lo general, lo que quiere es titularse; no le interesa aportar nada al conocimiento; le interesa tener un documento para concursar por un trabajo.
Preciso: Estas aspiraciones de Ustedes como estudiantes son muy legítimas.
Tener una calificación que acredite que se ha concluido con éxito los estudios de una asignatura; es legítimo.
Presentar una tesis para obtener un grado de estudio; es legítimo.
Lo que no es legítimo es lograr todo ello a costa de lo que sea.
Es decir, sin demostrar que realmente se sabe lo que se ha estudiado, o explicar con cierta logicidad lo que se ha hecho como un supuesto constructo del pensamiento propio.
Esto último es lo que me preocupa. Por la degradación que hacemos con ello de la academia en nuestra Universidad.
Y porque, además, con estas acciones se desvía a nuestra Universidad de su función esencial: Formar hombres virtuosos y sabios en los que la sociedad pueda apoyarse para ser cada día una sociedad mejor.
En esa desviación del saber en la que hoy estamos cayendo, está el plagio de trabajos académicos.
Copias burdas de los mismos que sin rubor se presentan como creaciones propias.
Me pregunto y les pregunto:
¿Hasta dónde vamos a llegar con esta degradación de la academia en nuestra Universidad?
De ninguna manera estoy rechazando el trabajo colaborativo.
Sin duda, el intercambio de ideas entre pares, es una estrategia importante para aprender. Ese intercambio de saberes entre Ustedes debe continuar.
Eso no es lo que rechazo.
Lo que estoy rechazando, es la deshonestidad intelectual de quien hace una copia de una creación intelectual de otros, presentándola como suya.
Eso, y solo eso, es lo que rechazo.
Pude ser indiferente a “estas pequeñas cosas”; y dejar hacer.
Pero no puedo.
No puedo ser cómplice de esta grave desviación en nuestra Universidad.
Mi ética no me lo permite.
Por ello lo estoy señalando.
La amistad, si Ustedes quieren, queda entre nosotros incólume.
Seguiremos siendo amigos en la vida.
Pero lo profesional entre académicos es algo que esta más allá de una relación amistosa.
Quien definió muy bien esto que hoy digo, fue Aristóteles; cuando le dijo a su hijo Nicómaco:
“La amistad es muy bonita, pero la verdad lo es”.
Soy una persona que valoro mucho la honestidad intelectual en los otros.
Alguien de Ustedes ya me dijo:
“Maestro, mis compañeros me ayudaron a resolver el problema que nos planteó; yo todavía no entiendo del mismo muchas cosas; pero voy a seguir estudiando para comprenderlo todo”.
La honestidad de esa persona me impactó.
Con esa visión, nuestra Universidad puede todavía salvarse.
¡Un abrazo para Todas y Todos!
